Ella era los veranos de mi infancia.

La muerte, ayuda a poner en balanza nuestra vida.

Permite recordar con el corazón a las personas que despedimos.

Permite que analicemos nuestro camino recorrido y darnos la oportunidad de pivotear para que así, quizá, encontremos en vida un mejor descenlace.

Somos tan pequeños en comparación a lo que dejamos con nuestra ausencia.

Al final sólo importa como hemos vivido, como hemos hecho que las demás personas vivan con nosotros, y cómo los hicimos sentir.

Exprimir lo escencial de la vida.


Mi tía Mindita tenía una tortuga del desierto recogida de la carretera.

Aparecía entre las matas altas asutándonos cuando chamacos, mientas corríamos en el patio trasero. De repente veías una inmesa tortuga del tamaño de un carrito eléctrico comiendo los matorrales y mimetizándose con el ambiente.

Eran de esas sorpresas que sólo pasaban en su casa.

La primera vez que pisamos su sala fue como un cuento de Navidad.

Estabamos sentados al rededor de un gran piano enmarcado por un montón de fotografías en la pared, y muchos más instrumentos musicales que nos daba a todos los primos para hacer de nuestros ruidos música. No le molestaba que tocaramos el piano ni que cantaramos a nuestro entender.

Así era ella. Nos alentaba a ser niños, a crear historias, hacer ruido. Gritar correr y disfrutar la casa del verano creando travesuras, creando recuerdos y despreocupándonos de que algún día seríamos adultos.

Las fiestas de cumpleaños que hacía para los niños eran en una pizzería y rentaba todos los jueguitos y un carrito de helados y chicharrones para entretenernos.

Tenía el refri lleno de bolis gringos de todos los sabores - ya sabes de los dulces que sólo encuentras en el Norte como Puerto Peñasco- y no nos decía ni un pero en que nos comieramos más de tres en un día.

Abríamos todos los armarios y nos poníamos la ropa de nuestras primas.

Corríamos de la cocina hasta la carreta antigua en el porche cubierta de Petunias.

….Tres… cuatro, ¿cinco baños?….. no me acuerdo pero sentía que esa casa era un laberinto.

Mientras contaba baños y estancias, lo que más me impresionó encontrar un día fue el jardin interior.

¡¿Un terrario lleno de monsteras en medio de la casa?!! Lo recuerdo como un sueño, un Jardín interior al qué nunca supe como acceder pero que siempre tenía iluminación del sol, y eso en mi imaginario infantil era magia.

Su casa era inmensa. Pero más inmensa era ella con su personalidad esplendorosa, cantadora, musical y alegre. Era como una Pita Amor de cabello rojo fuego.

La verdad es que todo en su casa nos hacía sentir libres, quizá por eso, la recuerdo como quién fuera uno de mis adultos favoritos.

Porque viendo como era ella, más me dejaba ser yo.

De su casa tengo el mejor regalo de mis memorias, el set que será referencia de felicidad de toda mi vida:

“Vacaciones en Puerto Peñasco. Verano del 98”.

Un video coproducido y co-actuado por mis primas, mis hermanos y mi primo. Escrito y guionado por mi misma ( a mis nueve años) todo gracias a la dirección, grabación y vestuario de mi prima mayor Georgina.

“Una bebé salvada por un angel”, “cocinando huevos” y “las jóvenes raptadas” salieron de esa videograbadora.

Mi tía Mindita, era maestra. Vestía con batas de colores alegres y las uñas de sus pies se asomaban siempre coloradas coqueteando con sus sandalias. Hablaba fuerte y reía aún más fuerte. La recuedo hablando con su asiento norteño, usando gafas obscuras mientras manejaba una camionetota, y dandonos permiso para hacer y deshacher (como el video del verano del 98 en Puerto Peñasco)

La recuerdo como ese ser a quién los demás hacía reír. Veía que los adultos de mi vida cambiaban cuando estaban con ella: reían más, hablaban más, se dejaban ser.

Ella es mis veranos de la infancia.

Recuerdo su casa con el corazón alborotado con el filtro de la niñez.

Y agradezco en mi vida adulta recordarla con la alegría con la que quiero ser recordada.

DTB

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Si quieres ser alguien digno de recordar.

No niegues tu felicidad ni tu alegría porque podrías ayudar a alguien con sólo estar ahí.

Que tu amabilidad siempre sea presente y ayude a quien más lo necesite .

MARIELA SANTONI