Bitácora: Día 14 de cuarentena (8 oficial)
Es interesante que después de la primera semana, me acostumbré a mirar hacia adentro.
A corregir todos mis esfuerzos por salir y concentrarme en lo que realmente es importante: mi familia.
Empecé por desesperarme,
Después a ocuparme
A limpiar, ordenar y tirar. Y ahí noté que mi esposo arregló las cosas que no había terminado en meses. Colgó aquel juego de cocina que nos reglaron hace dos años, sacó los muebles rotos, ayudó en el jardín
Mi hijo comenzó a regar las plantas conmigo.
Comienzo a disfrutar más nuestra dinámica. Confieso que hay algo mental que me cambió. No necesito salir huyendo.
Ya no tengo necesidad de salir a comprar “algo” para distraerme.
Ni menciono que estoy aburrida, porque la libertad es mental.
Para eso me pongo a escribir, me volco en el jardín, me pongo a hornear o simplemente a jugar con mi hijo. Quizá porque ya no hay prisa.
Volví a cocer. y disfruto más las antes tediosas tareas del hogar -porque ahora son más compartidas y sin broncas-
Me hacía falta moverme.
Y agradezco mi hogar, reconozco lo privilegiados que somos en tener un balcón al sol.
Por fin después de dos años en este sitio coloqué dos sillas para disfrutar el café, ampliamos la reja, colgamos las flores y salimos a disfrutarlo.
Y observo las jacarandas.
Y observo la vida de los vecinos de edificios aledaños que tienen su roof.
Y también noto como de un día para otro comenzaron a recuperar esos espacios abandonados, y empezaron a cuidar las plantas, a improvisar muebles y comenzaron a HABITAR con sus familias.
Regreso a mi, a plantar, cultivar y observar para poder crecer con más raíces, más fuerte y más tranquila, para poder afrontar lo que viene después del confinamiento.
Saber quienes quedamos.