La luz interior de una luciérnaga.
Me quemaba querer lucir como el sol.
Astro tan brillante y en competencia constante no podía asimilarme ni poco a su resplendor.
Me dolía querer brillar a fuerzas, en contra y por lo que sea pero brillar.
Poco a poco me extinguí.
Años en el anonimato, reconsiderando porqué me cansaba,¿ por qué quería de brillar como el sol?
Hace poco mi doula me recordó:
Puedes seguir brillando aunque cuides de tu luz, a tu ritmo, como brillas tu como brillan las luciérnagas.
Y redescubrí mi brillo.
Que brille a mi ritmo no signifique que esté apagado, si no que es natural a si mismo, a su vaivén, a sus pasiones y sus señales.
Yo brillo, brillo como luciérnaga.
Dejo mi camino y poco a poco reaparezco en la obscuridad.
Comprendí, que sólo me desgastaba compararme.
Acepté, que cada quien vibra e ilumina a su manera.
Renuncié a compararme con el Sol de esa chica que me vislumbraba.
Y ahora sigo mi camino en las noches.
Dejando señales para encontrarme.
Y compartiendo esos halitos de luz para quien entienda mi ritmo.